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8/31/2010

A 31 anos de la Furia de David

El olvido no podra jamas borrar las inclementes huellas del mas desvatador fenomeno atmosferico que impacto con su potente rafagas suelo Dominicano. 

Hoy  se cumplen 31 años del paso por la Isla Hispaniola y el resto del arco antillano de un fenómeno atmosférico que, en su momento,llegó a ser calificado como ‘El más poderoso,mortífero y destructivo huracán del siglo XX’.

El curso de los acontecimientos y la secuela de destrucción que acompañó como fatal estandarte al Ciclón David,a finales de Agosto de 1979,seguido de la Tormenta Federico,en los primeros días de Septiembre, habrían de dejar cortos a los vaticinios y especulaciones que se habían hecho inicialmente,y el país quedó convertido en un maremagnum de muertes,destrucción a la propiedad pública y privada así como a la infraestructura comunicacional y vial,además de cuantiosas pérdidas en la agricultura,factores que habrían de arrastrar a la Nación por una debacle financiera de incalculables consecuencias.

Las previsiones y ’pronósticos’ desplegados por los organismos entendidos en la materia sostenían que, independientemente del evidente poderío y la fuerza destructiva in crescendo,que iba generando a su paso el meteoro en cuestión,se esperaba que, en el caso de la isla Hispaniola, los daños no fuesen de extrema gravedad,de mantenerse el desplazamiento del ‘ojo’ del huracán,que se proyectaba en sentido lineal, paralelo a lo largo de la costa sur de la isla.

Los cálculos iniciales señalaban a Barahona,Pedernales y zonas aledañas,como los puntos más neurálgicos en materia de daños previsibles,y en ese tenor,se dispusieron medidas de seguridad y de socorro,a fin de acudir en auxilio de los posibles afectados en la citada zona.

En el ánimo de las autoridades y la ciudadanía subyacía la creencia de que el mayor volumen de daños habría de sobrevenir por vía de inundaciones, avenidas de ríos y cañadas, derrumbes y deslizamientos de tierras y a tono con ello,se dispusieron las acciones pertinentes.Incluso,hubo grupos de desaprensivos que se ubicaron en lugares estratégicos del malecón de Santo Domingo y otros puntos del país, impacientes a la espera del inicio de la ‘función’.

Vertiginosos nubarrones manchados de gris comenzaron a enseñorearse del cielo de la Capital y más allá de donde la vista alcanzaba,desde las primeras horas del 31 de Agosto.Los reportes noticiosos y los boletines de la Oficina Nacional de Meteorología se sucedían intermitentemente y la población se mantenía pegada al radio o al televisor,en una angustiante zozobra caracterizada por el empeoramiento paulatino de la situación.

El paso fugaz y vertiginoso de las primeras ráfagas de viento,extendiéndose como manada en tropel por las humildes barriadas de la periferia capitalina a manera de carta de presentación,confirmaron,sin lugar a dudas, que lo que se avecinaba no era asunto de juegos.Los más cautos se empeñaron a fondo en el reforzamiento y apuntalamiento de puertas, ventanas, tejados y otras medidas preventivas que les permitiesen preservar sus vidas, viviendas y bienes materiales.

Otros hicieron aprestos para divertirse a expensas del espectáculo y sacar un provecho lúdico del momento, cual si fuese un día festivo,de juergas,bebidas y dominó.

Los residentes en ensanches,residenciales y condominios de clase media y alta desecharon temores extremos,confiados en la seguridad de sus confortables y sólidas viviendas.Para muchos,las medidas preventivas que venían siendo tomadas de manera frenética por las autoridades y organismos de socorro no eran mas que acciones exageradas,que aterrorizaban a la población y desarticulaban el libre curso de la dinámica social y comercial.

Sin embargo,las dramáticas imágenes mostradas por la television y narradas en los noticieros radiales,en las que se daba cuenta del trágico sendero que el ciclón David iba dejando marcado a su paso por varios puntos del Caribe,hacían temer lo peor.

Rayando el mediodía,el cielo se tiñó de negro,como un presagio fatal.El ‘ojo’ del huracán estaba posicionado frente a la costa de Santo Domingo y todas las criaturas del Averno cayeron sobre la hidalga ciudad clavando sus garras ávidas de muerte,sangre y destrucción.Contrariando los vaticinios,las estadísticas y las expectativas, el mortal meteoro redujo al mínimo su velocidad de desplazamiento y luego de sostener una posición casi estacionaria por un periodo de tiempo que pareció una eternidad, cambió abruptamente de curso y se internó en territorio nacional siguiendo una trayectoria longitudinal,en dirección Sureste-Noroeste.

El impacto de los vientos vapuleó inmisericordemente todo lo que encontraba a su paso y la ciudad quedó sumida en una catarsis colectiva caracterizada por el caos,la destrucción y el dolor.Huellas imborrables, grabadas a sangre y fuego en el corazón de los dominicanos que vivieron la hecatombe. Imposible describir el escenario dejado atrás por la poderosa y destructiva maquinaria del ciclón David,sólo comparable a la secuela dejada por una conflagración bélica que acaba con vidas,arrasa con árboles,edificios y monumentos, destruye cosechas y desarticula el ritmo comercial y la infraestructura de servicios que motorizan el curso de una Nación.

El nuevo derrotero seguido en su fatídica trayectoria por el huracán afectó profundamente el territorio nacional en áreas y poblaciones establecidas a lo largo de la Cordillera Central y sus estribaciones norte y sur,que tradicionalmente habían sido poco afectadas por fenómenos atmosféricos en el pasado.

Comunidades como Palenque,San Cristóbal,Cambita,San José de Ocoa,Baní,Azua,San Juan de la Maguana y toda el área incluida en el fatal trayecto del ciclón en suelo dominicano fueron duramente afectadas por los fuertes vientos y las lluvias que se desencadenaron sobre la isla por varios días,provocando desbordamientos de ríos, destrucción de puentes,caminos y carreteras,inundaciones de poblados y caseríos establecidos en zonas neurálgicas, deslizamientos de tierras y derrumbes.

Como es usual en estos casos,para muchas regiones y comunidades,el efecto destructivo de las lluvias, crecidas de ríos e inundaciones generadas como secuela del ciclón David y la tormenta Federico,fue más dañino que el ciclón y la fuerza de los vientos generados por éste,a tal extremo que,a mas de 30 años del fatal acaecimiento de aquellos trágicos sucesos,hay lugares que aún no se han recuperado del trauma,existen comunidades enteras que debieron ser reubicadas a otros puntos,con lo poco que les quedó,y lo que es peor,todavía quedan damnificados,refugiados en cuarterías y barrancones,clamando por ayuda oficial para paliar las carencias que arrastran en sus vidas,marcadas por la miseria,luego de aquella horrible pesadilla.